jueves, 30 de diciembre de 2010

Qui foedus cum quo?

Paganini

Signor Paganini in Concert

Tartini - "El trino del Diablo" Sonata


Nicollo Paganini, nacio en Genova Italia el 27 de octubre de 1782 y fallecio en Niza el 27 de mayo de 1840 debido a un cancer en la laringe y padecimientos graves de sifilis. 

Fue un violinista y compositor italiano, considerado entre los más famosos virtuosos de su tiempo, gracias a su oido absoluto y entonación perfecta.

Realizo una gira por Lombardia a los trece años, pero no fue hasta 1813 que fue considerado como un virtuoso del violin.
Su técnica asombraba tanto al público de la época que llegaron a pensar que existía algún influjo diabólico sobre él, mendigos y prostitutas compraban sus entradas, al enterarse que el "violinista del diablo" estaria en escena, su fama con respecto a esta leyenda fue creciendo, porque a su vez, su apariencia se notaba algo extraña y sus adelantos musicales eran una verdadera obra de arte.

Se decía que en la mayoría de sus apuntes aparecía una nota extraña la cual decía "nota 13". Podía interpretar obras de gran dificultad únicamente con una de las cuatro cuerdas de violín (retirando primero las otras tres, de manera que éstas no se rompieran durante su actuación), y continuar tocando a dos o tres voces, de forma que parecían varios los violines que sonaban.

La irreverente condicion existencial de Paganini, transcurrio de mujer en mujer, de cama en cama. Era lo que más le atraía, junto con el dinero para gastarlo, para jugarlo. Tal vez porque durante su niñez había padecido pobreza y miseria, dinero que caía en sus manos dinero que gastaba. Y con la misma prontitud volvía a gastar más.

Quizás la leyenda del violinista del diablo se baso en lo que alguna vez relato Tartini acerca de su sonata “El trino del Diablo”:

“Una noche, en 1713, soñé que había hecho un pacto con el Diablo y estaba a mis órdenes. Todo me salía maravillosamente bien; todos mis deseos eran anticipados y satisfechos con creces por mi nuevo sirviente. Ocurrió que, en un momento dado, le di mi violín y lo desafié a que tocara para mí alguna pieza romántica. Mi asombro fue enorme cuando lo escuché tocar, con gran bravura e inteligencia, una sonata tan singular y romántica como nunca antes había oído. Tal fue mi maravilla, éxtasis y deleite que quedé pasmado y una violenta emoción me despertó. Inmediatamente tomé mi violín deseando recordar al menos una parte de lo que recién había escuchado, pero fue en vano. La sonata que compuse entonces es, por lejos, la mejor que jamás he escrito y aún la llamo "La sonata del Diablo", pero resultó tan inferior a lo que había oído en el sueño que me hubiera gustado romper mi violín en pedazos y abandonar la música para siempre.”

Cuando Paganini fallece en Niza en 1840 el obispo de esta ciudad, negó el permiso para su entierro y su ataúd permaneció varios años en un sótano. La fama que se había tejido alrededor de su persona y su talento, forjados en un posible pacto con el demonio, fue determinante en esta decisión eclesiástica, sobretodo debido a que el propio Paganini rehusó siempre, acercarse a la Iglesia y desmentir aquellos comentarios.



G.A.

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